El consumo de proteínas se relaciona con la necesidad de energía y, aunque el gasto energético tienda a disminuir con la edad, las necesidades de proteínas continúan siendo elevadas. Las proteínas deben aportar entre el 10-12 % de la energía total de la dieta, es decir, alrededor del 0.8-1 gr de proteína / Kg (peso) / día. Estas necesidades pueden aumentar entre el 12-15% de la energía total que equivale a 1.5-2gr de proteína/ Kg/ (peso)/ día en situaciones especiales como: infecciones, estrés después de una intervención quirúrgica, estar encamado,...
Un aumento del consumo de proteínas por encima de las recomendaciones puede ser perjudicial por la sobrecarga renal que supone. Por el contrario, una deficiencia proteica también tiene implicaciones en la salud del anciano: mayor riesgo de infección, peor recuperación después de una intervención quirúrgica por una mala cicatrización y mayor riesgo a caídas por una pérdida de masa corporal y de fuerza.
Se recomienda que en la dieta del anciano, el 60% de las proteínas sean de origen animal (carnes magras, pescado, huevo y lácteos descremados) y el 40% restante de origen vegetal (legumbres). Combinadas con cereales mejoran la digestibilidad y completan la proteína, por ejemplo lentejas con arroz.
miércoles, 1 de agosto de 2012
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